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Queridos lectores, siguiendo con la temática sobre los retratos de presidentes, hoy les traemos los realizados para los máximos dignatarios de México.
Si bien recordarán, en la primera entrada dedicada a la Serie de los Presidentes de Estados Unidos, denominamos a la nación norteamericana como ese «amigo fiel» y a México como la «amante», personificando de esta manera los papeles que tuvieron los mencionados países en la vida de Juan Bandera. Fue, precisamente, desde Estados Unidos, o mejor dicho, «el amigo fiel», por el que el pintor conoció México.
Corría la década de los años sesenta cuando Juan Bandera se encontraba mostrando a través de diversas exposiciones en numerosos lugares de Estados Unidos su primera gran serie: Antología del Toreo. Este fue el motivo que le llevó a viajar en varias ocasiones a Miami, desde donde se desplazaría a México en distintas escapadas.
México para Juan Bandera supuso un gran descubrimiento, y sin duda, el gran cambio de su vida.
México es intenso, grande, diverso, solidario, luchador, con una gran personalidad construida a través de su gran historia que reúne su propia tradición con modernidad. La morada de los mayas, el país de las maravillas, de las gigantes arquitecturas, pero sobre todo, el hogar de la pasión y los colores. Juan Bandera encontró en la esencia de México el alma de su pintura. Fue una unión total.
De repente el hombre de nacimiento andaluz descubría que tenía alma de mexicano, por lo que pronto quiso establecerse en el país.
Por entonces, España y México no mantenían relaciones diplomáticas, por lo que solo se podía entrar al país de Centroamérica con un visado de cuya máxima duración para un ciudadano español era de tres meses. Así pues, Bandera terminó enamorándose de México, a través de estancias interrumpidas hasta que en el año 1967 le ocurriría un hecho providencial.
Ante la sorpresa del propio pintor malagueño, acudieron a su primera exposición en México D. F personalidades como el español Antonio Ariza, el famoso actor mexicano y posteriormente gran amigo de Bandera, Mario Moreno y, sin duda, destacando, el por entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz.
La exposición fue un éxito y todos sus asistentes quedaron enamorados de la obra de Juan Bandera, en especial, el propio Gustavo Díaz Ordaz que tras esta ocasión, pidió a nuestro pintor realizarle un retrato. La resolución del encargo resultó ser tan satisfactoria que le valió a Bandera el nombramiento de «Pintor Oficial del Presidente de México». Este título le permitió la estancia definitiva en el país, y por lo tanto, la total independencia de los visados trimestrales. Bandera ahora podía disfrutar sin límites de su querido México.
Bandera continuó siendo el Pintor Oficial del Presidente de México mientras permaneció viviendo en el país, durante los mandatos de Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez, José López Portillo y Pacheco, Miguel de la Madrid Hurtado, Carlos Salinas de Gortari.